viernes, junio 28, 2024

Congreso fascinante de FEPET en Egipto

Escritores y periodistas de FEPET se han reunido recientemente en Egipto para celebrar su Congreso Internacional. Un ansiado congreso que venía gestándose desde hacía varios años y que por fin ha podido realizarse gracias a la labor de Hamdy Zaki, egiptólogo, que fue durante muchos años director de la Oficina de Turismo de Egipto en España y América Latina. Un congreso en el que participaron 40 periodistas y escritores que pudieron disfrutar del país más fascinante del mundo. El programa del viaje fue diseñado por el propio Hamdy Zaki y por Enrique Sancho, de la mano de Mariano Palacín, presidente de FEPET.

Cabe destacar el trabajo de la agencia DUNAS TRAVEL EL CAIRO y de su presidente Atteya El Yamany que prestó excelentes servicios en todo momento, como importantísima la labor de los dos guías que acompañaron al grupo, Ihab Aly y Ahmed Islam, ambos expresándose en un correcto español. También la compañía aérea NESMA AIRLINES, gestionada por MASTER FLIGHTS permitió al grupo volar en poco más de cuatro horas de Madrid a Asuan. El director de la misma es Alfonso Martínez.

Los congresistas fueron recibidos nada más bajar del avión con un grupo folklorico que resultó muy atractivo como también lo fueron todas las veladas que se sucedieron tanto en el hotel RAMSÉS HILTON, como en el barco NILE MARQUISE, dotado de todos los servicios y comodidades. Los congresistas disfrutaron las noches con bailarinas de las danzas del vientre y con los famosos derviches. Todo fue poco para hacernos del viaje algo inolvidable.

Aunque algunos de los congresistas ya conocían Egipto de sus anteriores viajes, sin embargo, no habían visitado la Biblioteca de Alejandría ni habían tenido la oportunidad de conocer todas sus dependencias acompañadas por sus directivos. Fue una visita emocionante toda vez que los escritores pudieron donar algunos de sus libros en un acto protocolario y oficial ante las dos banderas, egipcia y española. Durante los discursos por parte de los representantes de la biblioteca se dijo que nuestros nombres figurarán junto a otras ilustres personalidades del mundo, además, y para siempre, junto a los de Cleopatra y Marco Antonio. Todo un honor para el grupo de FEPET.

También, el gobierno egipcio puso a disposición de los congresistas guardaespaldas y policías, aunque en ningún momento se detectó nada que supusiera inquietud o temor. Todo se desarrolló con absoluta normalidad y calma.

Otra de las visitas especiales fue al Museo del premio nobel de Literatura, Naguib Mahfuz, un precioso edificio que se encuentra detrás de la mezquita de Abu Dahab, a unos pasos de Wikalet el Ghouri. Consta de tres pisos de estructura de madera, muy bello y conservado. El museo es una visita obligada para los amantes de la literatura. Hamdy Zaki, quien fue amigo del escritor, ha sido uno de los artífices de la recopilación de archivos, libros y documentos que han sido incorporados al museo. Durante la visita, Zaki habló a los asistentes de diferentes aspectos de la vida del premio nobel, así como del propio museo.

Precisamente, en uno de los libros más famosos del escritor, El callejón de los milagros, por donde los miembros de FEPET tuvieron oportunidad de transitar, se narra la vida de la gente que vivía en aquel tiempo y que todavía permanece inalterable sin que nada haya cambiado porque Egipto conserva sus costumbres y sus tradiciones como si nada hubiera sucedido. Es una filosofía de vida que corre paralela a la propia vida de sus templos y tumbas. Aunque transcurran milenios todo permanece. Tal vez sea esa la filosofía egipcia y Naguib Mahfuz la describe muy bien en sus libros.

Otro de los momentos especiales del que disfrutamos fue la cena acompañados por el gran egiptólogo Zahi Hawass, quien, de la mano de su amigo Hamdy Zaki nos acompañó para departir amablemente con todos nosotros mientras hacía de traductor su amigo Hamdy. Zahi Hawass es el más importante arqueólogo del mundo, que dirige numerosas excavaciones. Nos dijo que muy pronto podrá anunciar al mundo el descubrimiento de la tumba de Nefertiti, para lo que lleva trabajando mucho tiempo. La cena tuvo lugar en un moderno restaurante propiedad de la familia de Omar Sharif, que fue amigo de Hamdy. Por cierto, el restaurante está ubicado en un modernísimo barrio en la lujosa ciudad de Zayed, a unos 40 kilómetros de El Cairo que cuenta con todos los servicios imaginables donde residen las clases más favorecidas. Allí todo está impoluto, todo refulge, desde los escaparates hasta las baldosas del suelo a las que se les pasa una mopa.   Zayed, un lugar diferente, privilegiado que contrasta con la dura vida de los que malviven a diario por las calles de las ciudades donde todo está por hacer.

Este ha sido mi segundo viaje a Egipto y si la primera vez me quedé asombrada ante lo que descubrí, en esta segunda ocasión al asombro ha continuado con la misma fuerza. Entonces, el Gran Cairo tenía veinte millones de habitantes, entre la ciudad de El Cairo y Giza, ya unidas. Ochenta kilómetros de un extremo a otro de la ciudad. Una hora y media tardaba el autobús en atravesarla cada día, pero no era un tiempo perdido porque en ese trayecto nos dábamos una idea exacta de lo que es el día a día de los egipcios. Carromatos, bicicletas, burros cargados de inverosímiles productos, camionetas con remolques, pequeños autobuses repletos de gente, rostros sonrientes y manos que dicen adiós. Dicen que son cinco millones de vehículos los que se mueven por El Cairo para conseguir ese caos circulatorio que se confunde y entremezcla con el drama y con el júbilo al mismo tiempo, con esa jauría humana que hacen del pueblo egipcio un pueblo tan especial y que despierta tanta simpatía y admiración.

Hoy, todo esto ha cambiado por completo. En la actualidad existe una red de autopista que atraviesan Egipto de Sur a Norte facilitando los desplazamientos y sobre todo el transporte de mercancías y de servicios. La economía del país se ha visto muy favorecida por esta circunstancia. Sin embargo, este hecho ha contribuido a que el espectáculo que suponía atravesar la ciudad de El Cairo haya desaparecido.

Ahora los vehículos circulan a gran velocidad y apenas se ven más que edificios. Algunos de ellos, porque estorbaban en la construcción de la propia autopista, se han rebanado, cortado por la mitad y así se muestran, tal cual; edificios rotos, mutilados. La parte que se salvó sigue habitada por los vecinos, la otra desapareció por mor de la autopista. El guía que nos acompañaba lo narraba con total normalidad. Creo que ni se preguntaba qué pensaríamos al respecto.

Esta nueva circunstancia del devenir egipcio permite al viajero conocer las ciudades por donde pasa y comprobar, no sin cierta tristeza, el abandono del que son objeto. Da la sensación de que las inversiones se dedican más al mundo de los muertos que al de los vivos. Probablemente sea la propia filosofía la que así lo quiere. Calles repletas de turistas y de vendedores ambulantes mostrando sus preciosas telas, casi obstaculizando el paso, para ofrecerte la mejor de sus sonrisas y lo mejor de lo que tienen. Qué cómo soportan el calor, más de 40 grados. Con la ayuda de Dios, señora, mientras siguen impertérritos afanados en sus ventas, mientras las mamás con sus bebés de meses, indiferentes al calor, caminan impasibles soportando las altísimas temperaturas. Pero la vida del egipcio es así, resignada y providencial. Dios todo lo puede. Dios les ayuda.

Tan asombrosas resultan todas estas escenas como asombrosos son los templos erigidos en medio del desierto y junto al Nilo.

¿Qué podría decirse de un país donde toda su historia ha quedado reflejada en sus piedras? A Egipto no basta con ir una sola vez. A Egipto hay que volver una y otra vez, no sólo para contemplar sus templos, sus pirámides, su famosa esfinge, las tumbas de los Reyes, las momias. A Egipto hay que volver para ir descubriendo el significado de los miles de inscripciones que se han grabado en sus monumentos. A medida que se fue desarrollando la vida de este pueblo, desde hace miles de años, cualquier episodio cotidiano o cualquier importante acontecimiento quedó grabado en las piedras para la posteridad. Así descubrimos una cultura que emociona, subyuga, nos aleja o nos aproxima a ella a lo largo del tiempo. A través de los jeroglíficos egipcios hemos sabido del odio, del amor, de los celos, de los juegos, de las ceremonias, del parto, del amamantamiento, de los ritos religiosos, de los cultivos, de las ofrendas, de los sacrificios, de la moda, de los adornos, de la alfarería. Hemos sabido de la reverencia y el amor, de las venganzas y traiciones, de las guerras, de los muertos y de los vivos, de los sacerdotes y de los chamanes. Todo lo que un pueblo contiene y atesora a lo largo de su milenaria historia está escrito en las piedras. Se necesitarían muchas vidas para alcanzar a conocer los grandes secretos de esta cultura milenaria y se necesitarían muchos viajes a Egipto para entenderlo.  Continuará….

CONCHA PELAYO