
Por: Luis Martín G. desde España
Envuelta en las más bellas leyendas del mundo antiguo, la isla de Gran Canaria aún mantiene vivo el ensueño que fue brújula, a través de los tiempos, para los que buscaban el paraíso del hombre, la tierra de los bienaventurados…
Gran Canaria es un bello continente en miniatura que en los últimos tiempos se ha convertido en un foco de atención para los visitantes que quieren conjugar playa con cultura y gastronomía.
Si tiene la suerte de dormir en las ciudad de las Palmas, en el Hotel Santa Catalina, una edificación construida en madera y diseñada por el arquitecto irlandés James Maclaren, con dos torreones de base octogonal y una portada amplia de corte colonial, puede que ocupe una habitación que antes hospedo a Churchil, María Callas, Gregory Peck ,Rod Steiger, Raquel Welch, Catherine Deneuve, Sofía Loren, John Hustón, Carlos de Inglaterra y lo mas selecto de la Colonia británica. Se construyó en el año 1885 y renovado con respeto en el 2005, todo un capricho…
Para conocer la historia de este pueblo y esta ciudad no hay que ir muy lejos pues en los jardines del recinto se encuentra un monumento en honor de los guanches que conmemora la conquista de Canarias, donde se muestra la valentía y el orgullo de los aborígenes que se arrojaron al vacío en la sima de Ansite, para no rendirse a los conquistadores. “Antes morir que dejar de ser canario”.
En la zona oeste de la ciudad y después de rebasar la plaza de Santa Catalina por cualquiera de sus calles y dejando al fondo el auditórium dedicado a Alfredo Graus, tenemos una playa y un paseo que son la joya de la corona en la ciudad, las canteras una zona de paseo y playa de aguas cálidas para cualquier época del año, edificaciones portuarias de estilo colonial que contrastan con hoteles, apartamentos y nuevos edificios de altura que aportan modernidad sobre la tradición.
Si nos acercamos a la puntilla de las Canteras, encontraremos lugares para comer y algún pescador caña en ristre adornando el paisaje, junto a las obras del desaparecido artista Cesar Manrique, El juguete del Viento, que cambia de forma cuando el aire lo mueve y agita en ese bello lugar, donde el agua rompe sobre las rocas volcánicas y los ciudadanos y visitantes disfrutan de una panorámica privilegiada del Atlántico y la ciudad.
Triana es una calle, un barrio y una forma de disfrutar de una ciudad que se mueve y está viva. Es una de las arterias principales y la gente se reúne para reconciliarse con su pasado y vivir su presente. Debe su nombre al barrio sevillano por la colonia de comerciantes andaluces, que junto con los ingleses y daneses, lo poblaron en su día, e hicieron de estas calles la principal zona mercantil.
En sus diferentes restaurantes se pueden degustar desde una exquisita pata de cerdo asada, a unas papas arrugas con mojo y buenos quesos de cabra. Dejando en un lugar preferente el poder saborear el famoso “Puchero Canario de las 7 Carnes” con los miembros de la cofradía que lleva este nombre y que se reúnen una vez al año como colofón de las carnestolendas y los carnavales.
A partir del año 1485, la villa comenzó a extenderse urbanizándose los dos barrios tradicionales de Triana y Vegueta. En este barrio y a nuestro paso, la catedral, monumentos, ermitas, castillos, y museos, como el dedicado a Pérez Galdos en su vivienda con todos sus recuerdos y con una escultura de Pablo Serrano junto a todo su legado.
La Casa de Colón está habilitada en la Casa del Gobernador, por la que Colón pasó en 1492 cuando arribo a la isla para arreglar una de sus naves camino del Nuevo Mundo. Dos grandes patios y doce salas de exposición permanente con toda la historia y todos los detalles de sus viajes y la conquista.
No hay distancias y junto al conocido barranco de Guiniguada, está el mercado de Vegueta, abierto desde el 1858, con todos los productos autóctonos para preparar las mejores comidas canarias.
Pero si quieren un menú de purita cocina canaria, tendrán que coger un taxi y desplazarse hasta el barrio de Las Coloradas al final de la Isleta, antiguo barrio de pescadores, en un recinto familiar se encuentra “El Padrino”, regentado por Paco y Humberto, donde se come la mejor comida canaria: pescados de roca, quesos, gofio, papas, mojo, aguacates, y de postre guayabos en almíbar…
Quedan muchas cosas por conocer y comentar, pero con este recorrido hemos comprendido mejor esta ciudad de luz, que dijo el poeta José Luis Correa, por los rincones donde la vida se abría el camino. Hemos disfrutado de mesa, posada y amigos, de bellezas artísticas y parajes naturales. Las Palmas de Gran Canaria es más que una ciudad a orillas del mar…
Siempre hay cosas por descubrir, que diría Cristóbal Colón. ….





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