EL ÁNGEL DE FUEGO, de Sergéi Prokofiev, está basada en una novela histórica de 1908, de Valeri Briúsov. Un mercenario, Ruprechet, encuentra a una mujer poseída por el recuerdo de un ángel, Madiel, que es el ángel de fuego. Esta mujer, Renata, busca a ese ángel por todas partes mientras es presa de fantasmas y deseos. No se siente capaz de encontrar paz y tranquilidad para dirigir su vida. Al final acabará en un convento y será arrojada a la hoguera por mandato del Inquisidor.
Esta historia, por la época y circunstancias en las que se desarrolla, se presupone un escenario donde aparecerán escenas cruentas, sangrientas, arrebatadoras y de gran repulsión; sin embargo, el espectador se encontrará sobre las tablas con un edificio de tres plantas, más las buhardillas. En cada departamento se desarrolla una escena. Hay escaleras y pasillos por donde los actores suben o baja o se reúnen en las diferentes estancias del inmueble.
El edificio gira constantemente para ofrecer al espectador diferentes ángulos y escenas. Una habitación infantil decorada con muñecos de colores, paredes forradas con dibujos y todo lo que se puede esperar en un dormitorio de una niña. Dentro de la habitación un adulto descansa en una silla. Nos sugiere a ese hombre colándose durante la noche en visitas sospechosas.
En otro departamento vemos la sala de un quirófano donde en una camilla aparece el cadáver de una mujer. El doctor se prepara para intervenir. Se pone la bata, los guantes y coloca las piernas de la mujer, abiertas y sobre unos soportes. El doctor manipula los genitales de la mujer y extrae algo ensangrentado. Puede estar realizando un aborto, puede estar realizando magia negra. La imaginación del espectador se desborda. Ya ha entrado en el análisis psicológico que es lo que se pretende; mientras, sigue con atención el ritmo trepidante de una música atronadora, tenebrosa, terrorífica, bellísima, para poner más tensión en la trama.
A veces la música resulta tan estridente que nos lleva a imaginar los bombardeos recientes de la guerra de Ucrania. Y no es difícil sustraerse a esta ilusión, dado que antes del comienzo de la ópera, la orquesta interpreta el himno nacional de Ucrania. Siempre hay una complicidad entre el arte y los conflictos sociales; en esta ocasión hay algo más que complicidad. Hay dolor. Y se detecta en la música de Prokófiev.
La ópera consta de cinco actos, sin descansos. Aparece en escena una poseída Renata que se cree perseguida por los demonios, pero el mercenario Ruprecht consigue calmarla. Sin embargo, el Ángel, Madiel, se aparece constantemente a la Remata niña para jugar con ella. Al cumplir 16 años Renata se enamora perdidamente del ángel y le pide que tenga relaciones carnales. Él la rechaza y desaparece, pero le dirá que algún día reaparecerá en forma de figura humana.
Por medio de conjuros Renata hace que aparezca el ángel en la figura de Heinrich, pero para entonces Ruprechet ya se ha enamorado de Renata.
En escena, Agrippa, un médico conocido, experto en artes ocultas, mientras la ópera sigue su ritmo trepidante y una bicicleta, omnipresente en el escenario, ofrece un poco de calma.
Renata se revuelve contra sí misma en violentos ataques de histeria. Abandona a Ruprecht aunque este le ha pedido que se quede con él. Se retira a un convento, pero antes le ruega a Ruprecht que mate a Heinrich por haber sido objeto de tanta humillación.
La abadesa acusa a Renata de estar poseída por el diablo. Llaman al Inquisidor para realizar un exorcismo, pero el ritual se va de las manos y desemboca en caos e histeria, produciéndose un final apoteósico donde entran en juego, la música, desesperada; los que sujetan a Renata que se revuelve entre el paroxismo; y el coro de mujeres que avanza y grita. El público se entregó con calurosos aplausos.
La ópera tiene una duración de dos horas y cinco minutos
Fechas de representación: 22,23,25,26,28,31 de marzo y 1,3,4 y 5 de abril
Coro y orquesta del Teatro Real
Director Musical: Gustavo Gimeno
Escenófrafa: Rebeca Ringst
Iluminador: Franck Evin
Director del Coro: Andrés Maspero Concha PELAYO