Mendoza posee los yacimientos termales más importantes y variados de Sudamérica (Cacheuta, El Challao y Lahuen-có, entre muchos otros), ya que se extienden a lo largo de toda la cordillera de los Andes; la mayoría de las termas son de origen volcánico o montañoso. Este inmenso cordón presenta en todo su recorrido grandes fallas geográficas y mucha actividad geotérmica, lo cual explica la gran cantidad de fuentes de agua termal.
El turismo visto como uso creativo del tiempo libre es una actividad que contribuye a compensar las limitaciones y carencias del acelerado ritmo de vida actual, es por eso que surge con fuerza en las últimas tres décadas el concepto de turismo y bienestar.
Salud por el agua. El término generalmente hace referencia a espacios diseñados para ofrecer tratamientos de estética y belleza, como así también para mejorar la calidad de vida a través de rutinas deportivas y el uso del agua atemperada artificialmente. En muchos casos utilizan elementos naturales como piedras, lodos, sales minerales y algas.
Las aguas termales, no sólo son preventivas sino también curativas. Bañarse o aplicarse algún tratamiento en ellas aporta sales minerales al organismo y una grata sensación de relajación y bienestar en todo el cuerpo – que repercute en la mente. Sus efectos son generalmente potenciados por el valor del paisaje y el clima. Las termas dan lugar a distintos tipos de instalaciones donde se ofrecen servicios de balneoterapia, hidroterapia, fangoterapia, kinesioterapia y de estética, entre otros.
El Termalismo es “Un producto turístico diseñado específicamente para recuperar – al menos temporalmente – el equilibrio saludable del ser humano: cuerpo, mente y espíritu, facilitando el encuentro consigo mismo, con su entorno afectivo y espacial, o sea procurando su bienestar integral”
UN POCO DE HISTORIA…
Si bien se puede hablar de las Termas desde épocas remotas, fueron los Romanos quienes las desarrollaron en todo su Imperio, generando un fenómeno socio-cultural de impresionantes dimensiones tanto desde lo estructural como desde lo social, ya que las termas se convirtieron en grandes centros de ocio, salud y negocios. En la civilización romana, las termas eran consideradas como un servicio fundamental, al que todo ciudadano debía acceder.
En Roma, en el siglo XVI ya se tenían referencias escritas sobre las aguas termales de nuestro suelo y sus propiedades para la salud. El jesuita chileno Alonso Ovalle publicó esa referencia en el año 1646 sobre Puente del Inca, como también lo hizo el padre Diego Rosales en 1647 sobre Pismanta (San Juan). La zona de Cacheuta era habitada por tribus huarpes. Siglo y medio antes de la entrada de Pizarro en los dominios de Atahualpa, en el año 1598, estas termas fueron incorporadas al dominio de los incas y se inicia por entonces una peregrinación de enfermos desde Cuzco (Alto Perú), para aprovechar los vapores y darse baños en estos espejos de agua de la fuente termal de los “Baños de la Punta del río”, como los denominó luego el conquistador. Estas fuentes termales, que se extendían a lo largo de toda la cordillera de los Andes, para los incas revestían un carácter sagrado.
De estas visitas quedaron vestigios (Termas de Reyes en Jujuy y Puente del Inca en Mendoza), visitados anualmente por miles de turistas que han reemplazado el origen sagrado de las aguas por las propiedades medicinales y terapéuticas de la medicina moderna.
En las actas del Cabildo de Mendoza en 1882 aparece un documento que revela el aprovechamiento de los baños y uno de los primeros en concurrir por razones de salud fue el fraile Félix Aldao.
Después de la Segunda Guerra Mundial, la hidroterapia comenzó a desarrollarse junto a un importante conjunto de técnicas que utilizan el agua como único fármaco: vapores, algas, barros y arcillas en su estado más natural.
En Argentina el termalismo es un recurso utilizado turísticamente desde 1920, en Mendoza tuvo su época de esplendor entre 1930 y 1960.
FUENTES TERMALES DE LA PROVINCIA
Como dijimos Mendoza posee los yacimientos termales más importantes de Sudamérica, principalmente por su situación geográfica, ya que es una provincia recostada sobre la cordillera de los Andes, pero además por su microclima, se puede decir que Mendoza es la provincia termal por excelencia.
Las bellezas naturales que enmarcan sus fuentes, rústicas gargantas, imponente montañas, majestuosos y vegetados valles, llevan al turista a regodearse en la contemplación como complemento de la medicación termal. Resulta asombrosa la variedad de fuentes termales detectadas y analizadas en la provincia, aunque lamentablemente son muy pocas las que tienen una infraestructura turística.
De las 450 fuentes termales detectadas y relevadas en nuestro país, sólo en Mendoza existen 148, de las cuales muy pocas son explotadas turísticamente.
Si bien en Argentina, muchos congresos médicos han recomendado la inclusión de la especialidad termal, muchas fuentes permanecen inactivas y silenciadas.
A modo de reseña le brindamos el registro de las fuentes termales más conocidas de la provincia, aunque no posean infraestructura turística.
En la región norte: En Las Heras: Villavicencio, Puente del Inca, El Borbollón, Del Colorado. En Luján de Cuyo: Barrancas de Lunlunta
En la región centro: En Tupungato: Los Cerrillos – Pozo T-10. En Tunuyán: Baños Alto Verde. En San Carlos: Baños de Capiz, Baños de Las Peñas, Chillante
En la región sur: En San Rafael: La Vigorosa, Del Azufre, Cerro Bola, La Salada
En la región sur patagónico: En Malargüe: Lahuenco, El Sosneado, Baños del Azufre o Peteroa, Cajón Grande, Campanario, Valle Hermoso, Aguas Amarillas.