Cañones formados por grandes muros de piedra donde caen rayos los días de tormenta, una laguna de origen volcánico rodeada de mitos y rocas que sorprenden por sus colores y formas.
Los Valles Calchaquíes se extienden de Norte a Sur por el centro de la provincia de Salta, extremo oeste de la provincia de Tucumán y región noreste de la provincia de Catamarca. Recibe su nombre de una de las tres naciones pazioca, los calchaquí, que estuvo en guerra durante aproximadamente 100 años con los españoles, conocida como las Guerras Calchaquíes, iniciadas en 1562 por Juan Calchaquí.
Desde el punto de vista turístico cuando hablamos de los valles calchaquíes reconocemos tres circuitos para hacer
Salta – Cachi con extensión a La Poma
Salta – Cafayate
Cachi – Cafayate, tal vez el menos visitado pero no menos espectacular.
El río Calchaquí nace en el Nevado de Acay a 5950 m.s.n.m. y recorre de norte a sur esta zona de los valles hasta unirse al río Santa María cerca de Cafayate formando el río Guachipas que virando al noreste atraviesa la Quebrada de las Conchas y desemboca en el Dique Cabra Corral. En toda su extensión, los valles se encuentran sembrados de pueblos antiguos y sitios precolombinos y coloniales, como Cachi, Seclantás, Molinos, Angastaco.
En mi último viaje por el Norte un destino que no quise dejar de profundizar fue Seclantás y Angastaco y especialmente en Seclantás las Cuevas de Acsibi y Laguna El Brealito.
Después de dormir en Cachi, haciendo por enésima vez el trayecto Salta-Cachi, salimos muy temprano para Seclantás donde nos esperaba Fido Aban en la plaza para llevarnos a su finca “Montenieva” e iniciar la excursión a Acsibi.
Seclantás es el único pueblo del valle ubicado sobre la margen este del río Calchaquí, y también el único que se sumó a las luchas por la independencia a principios del siglo XIX. Pertenece al Departamento Molinos y contaba con 306 habitantes (INDEC, 2001). Está a 20 km al norte de Molinos, 29 km al sur de Cachi y a 22 km de la Laguna de Brealito.
En la calle principal hay casas con frescas galerías, techos de caña cubiertos con tortas de barro y frentes impecables que en julio honran a la patrona del lugar. La plaza es exótica, con altas palmeras y coníferas y la Iglesia de Nuestra Señora del Carmen, construida en 1835, mezcla el estilo cuzqueño con detalles florentinos y muestra imágenes populares.
Seclantás se conoce como la cuna del Poncho Salteño gracias a sus artesanos teleros que abren las puertas de sus casas para mostrar su trabajo en vivo. El “Camino de los artesanos” es una calle con una veintena de casas/talleres de adobe y techo de paja donde se fabrican tapices, fajas y ponchos con lana de llamas, ovejas y ocasionalmente vicuñas.
Acsibi está a unos 15 kilómetros de la Finca y para llegar a las cuevas, hay que ir hasta el lecho, normalmente seco, del río Montenieva ubicado a unos 3 kms de Seclantás, y con vehículos 4×4 andar durante una hora hasta llegar a unos grandes muros de piedra. En este lugar dejamos el auto y comenzamos a caminar ingresando a un valle rojizo que combina paredes de arenisca y de roca de un tono intenso, que parece Marte. Luego, el cañón se estrecha, las cortaderas y los cardones desaparecen, y es necesario pasar por túneles angostos, agachados, para toparnos con unas cuevas alucinantes con las formas más raras e increíbles. La caminata dura 2-3 horas de ida y 2 horas de vuelta. Antes de ingresar a las cuevas Fido tenía preparado un frugal refrigerio con sandwiche de salame, queso y tomate, pan casero, frutas, agua y jugos con ceremonia a la Pachamama incluida.
Acsibi significa en Ka-kan «lugar de fuego», debido a los colores rojos intensos y también porque allí caen muchos rayos en los días de tormenta. Se han encontrado pipas antiguas hechas de cerámica muy fina intuyéndose que las comunidades de la zona, los Sichas y Malcachiscos realizaban ceremonias rituales.
Regresamos bien entrada la tarde y después de una ducha reparadora cenamos en la casa de Fido. Antes de ir a dormir en la inmensidad del cielo diáfano se veía en el norte nubes muy negras y relámpagos.
A la mañana siguiente desayunamos muy bien y emprendimos en nuestro automóvil el viaje a la laguna El Brealito con Fido que nos había asegurado que se podía hacer en cualquier vehículo a pesar de los comentarios que nos habían hecho en Salta de que sólo se podía ir en 4×4.
La laguna se encuentra a 20 km de la RN 40, a 8 km del pueblo del mismo nombre. De origen volcánico y aguas salobres, no se ha podido determinar su profundidad y está rodeada de algunos mitos, ya que los pobladores de la zona afirman haber visto grandes criaturas extrañas emerger de las aguas: se habla de un “monstruo” que es como un gigantesco reptil o un descomunal pejerrey con lomo escamado – El Brealito”-. Pero Fido de eso no quiso hablar y en cambio nos contó la historia del origen de la laguna que se las voy a contar:
“En el lugar había una población numerosa, devota, trabajadora. La prosperidad de su comercio y el dinero excesivo que ganaban, hizo que los habitantes se olvidaron de Dios y su Iglesia dejara de ser concurrida. Una vez llegó al lugar un viejito muy pobre que les habló en la plaza para que cambiaran de vida y realizaran penitencia por sus pecados; como no le hicieron caso y tampoco le dieron hospedaje ni comida el viejito se fue a un barrio alejado del centro de la urbe y ahí encontró a una mujer buena que lo hospedó y dio de comer. En recompensa el viejito le anunció los castigos que vendrían sobre los malos cristianos. Le aconsejó que se fuera enseguida a otro pueblo pero que, si oía grandes ruidos, no se diera vuelta para mirar lo que pasaba. Sucedió como predijo el anciano, se oyeron grandes estrépitos de movimientos de tierra y agua, pero la mujer, curiosa, volvió la cabeza para observar y… quedó convertida en piedra. La ciudad maldita yace ahora en ruinas bajo la laguna y en las noches gimen las campanas de la Iglesia porque las almas “muertas en condena vienen llorando sus pecados terrenales”. Está rodeada de una que otra casa donde viven los lugareños y Fido nos muestra la de un señor de más de 100 años que vive con su esposa y con el que Fido se encuentra esporádicamente en el camino y es la persona que le ha enseñado durante años la historia y secretos del lugar.
Dicen que los mejores cardones de los Valles se ven en el camino a Brealito. Pocos se desvían a la altura de Seclantás hacia ella (me pasó a mi en un viaje anterior), y quien lo hace va hasta la orilla, mira y regresa. Si no se va con Fido no saben lo que se pierden. Trepando unos 30 minutos con una vista deslumbrante de la laguna desde arriba; un sitio cargado de energía, que se estima era sagrado para las tribus que habitaron ese paraje de gigantescas rocas. Después de muchas fotos Fido prepara una emotivísima ceremonia a la Pachamama.
Cuando volvíamos a Seclantás nos topamos con la tormenta de tierra y viento en toda su magnitud que nos dejó sin visual durante largo medio minuto y el auto que se movía dándonos un susto mayúsculo. Cuando paso todo seguimos hasta Seclantas donde almorzamos en el restaurant del hermano de Fido, nos despedimos y emprendimos la aventura hasta Angastaco después de un breve recorrido por Molinos que ya conocíamos.
En Angastaco las secuelas de la tormenta de viento y tierra fueron importantes, no había luz y todo era oscuridad con un cielo impresionante “blanco” de estrellas y una luna en cuarto creciente espectacular. El pueblo contaba con 881 habitantes (INDEC, 2001) y se encuentra a una altura de 1.990 msnm., con clima seco, árido y días soleados en general.
El pueblo cuenta con una hermosa hostería, un Centro Cívico y un pequeño museo arqueológico, artesanías, vinos regionales y «pateros.
Iglesia nueva: Este bello templo de estilo arquitectónico colonial fue construido por la Municipalidad de Angastaco entre los años 1976-1979. El artífice de esta bella construcción fue el arquitecto Guillermo Lee, bajo cuya dirección se levantó la obra que fuera inaugurada el 8 de diciembre de 1979 por Monseñor Diego Gutiérrez Pedraza, Obispo de la Prelatura de Cafayate.
Iglesia vieja: Este templo que data de 1945 fue construido por el vecindario del lugar con materiales de la zona: adobes, techo de caña y piso de ladrillo, en el predio de la Familia Cruz. Está emplazado en el «VIEJO PUEBLO» de casa de adobe, con calles que no son ya de piedra sino polvo y que se fue quedando atrás, como parte de la historia de Angastaco.
A la mañana siguiente (la luz volvió a las 3 de la mañana) emprendimos el camino hacia San Carlos y Cafayate para disfrutar de esa maravilla que es la Quebrada de las Flechas, accidente geográfico que se extiende en el Departamento San Carlos por 20 km, desde Angastaco hasta el cruce de la ruta con el río Calchaquí.
Su origen se remonta de entre 15 a 20 millones de años cuando grandes bloques de rocas comenzaron a elevarse en el borde de la Puna. Las placas sedimentarias (areniscas pardo rojizas que sedimentaron antes que los Andes existieran) que se encontraban a ras del suelo se quebraron por el surgimiento de las montañas y sus extremos quedaron inclinados, apuntando al cielo formando desfiladeros angostos con paredes de aproximadamente 20 m de alto, destacándose el «corte El Ventisquero» y el «corte La Flecha», que fue declarado Monumento Natural de Angastaco en 1995. Posteriormente la erosión las afiló y ahora se asemejan cuchillas o puntas de flecha una al lado de la otra. Los colores de las formaciones rotan a lo largo del día según la posición del sol: brillantes por la mañana y ocres por la tarde.
El viaje prosiguió hasta Santa María, ya en Catamarca, pasando por San Carlos, Cafayate y Ruinas de los Quilmes pero esa es otra historia.
Este tramo de 150 km de la RN 40 que une las localidades de Cachi y Cafayate puede transitarse sin dificultad con cualquier tipo de vehículo. El camino consolidado es de ripio hasta San Carlos, y luego vuelve el asfalto hasta Santa María llegando desde Amaicha del Valle.
Para comunicarse con Fido Abán (Finca Montenieva): fidoaban@yahoo.com.ar www.fincamontenieva.com.ar o el teléfono 387 4823030